lunes, 31 de octubre de 2011

Pasó el tren

Simeone a los gritos en Quilmes. (MARCELO CARROLL)

Racing, que jugó una hora de partido con un hombre de más por la expulsión de Braña, no pudo con Estudiantes. Fue 0-0 y quedó a diez puntos de Boca. La Academia se despide del campeonato.
Porque el fútbol es justiciero. Suele permitir revancha y, también, cierto resarcimiento luego de las pálidas. Porque el fútbol es, muchas veces, cruel. Es el juez que hace que los ídolos o repudiados se encarguen de clavar el último puñal, a veces con apenas meses de diferencia, a quienes antes defendían de los cuchillazos. En el estadio de Quilmes, ante el Estudiantes de Miguel Angel Russo, hombre que se fue sin querer irse de un Racing que jugaba bien al fútbol y, valga la mención, a esta altura del campeonato tenía sólo dos puntos menos que esta versión de Diego Pablo Simeone (19, producto de seis victorias, un empate y seis derrotas), la Academia se jugaba el pasaje para subirse al último tren que le quedaba en esa imagen de almohada llamada Apertura.
Dos de los equipos que, potencialmente, pudieron haber sido un dolor de cabeza mayor para el de Julio César Falcioni. Uno, con la salvedad de acumular muchas pardas, llegaba todavía invicto; el otro, pese a sus jugadores de renombre, último. Los papeles denotaban partidazo. Pero la realidad, invitó al bostezo. Porque Racing, que contó con un hombre de más durante casi una hora de partido, tiene tan poca elaboración que Damián Albil no tuvo que transpirar demasiado. Porque Estudiantes, cuando Braña vio la roja por pisar a Teófilo Gutiérrez, dejó de ser el amo y señor de la pelota, eso mismo que había conseguido en el inicio y había derivado en aproximaciones de peligro para el arco de Sebastián Saja.
La Academia lo tenía todo: tenencia, superioridad numérica y campo para recorrer. Nunca encontró un cómo ni un cuándo ni un dónde para romper a un Estudiantes férreo tras la charla de su técnico en el descanso. Giovanni Moreno, el encargado de sacar la varita cuando de creación se trata, se olvidó los conejos dentro de la galera. Teófilo Gutiérrez tuvo, como de costumbre, más roces con los rivales que con la red. El delantero gozó de un gran pase de su compatriota y vulneró a Albil, pero el línea lo anuló -mal- por offside. Quien fuera el más temido artillero en el amanecer del Apertura, hoy se encuentra inmerso en una sequía de cinco fechas: desde la octava ante Newell's que no la mete. Y eso que tuvo dos sobre el final.
Un nuevo empate, un invicto que se estira (cuatro victorias, nueve empates y ninguna derrota), pero unos números que, con Boca a diez puntos, no cierran. Justo ante Estudiantes, justo ante Russo, Racing desnudó todo su nerviosismo. Quizá por no poder abrir el resultado, quizá por el grito de su gente, que cantó "vayan al frente la p...". El destino le puso enfrente la última oportunidad y, con la chance matemática intacta, también el destino se encargará de decidir si es posible el milagro. Pero Racing, este Racing que pudo haber aspirado a más, dejó pasar el tren.

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