Un fallo a contramano
El discutido penal que sancionó Delfino exaltó a Racing, que terminó con una roja y cuatro amarillas.
Hasta las manos...
Iban 18 minutos del primer tiempo cuando Agustín Pelletieri se arrojó hacia adelante con la finalidad de bloquear un remate de Regueiro. Pero la zambullida, en lugar de alejar el peligro, complicó el escenario. El árbitro Germán Delfino vio que la pelota pegaba en el brazo derecho del volante de Simeone y no dudó en pitar el penal a favor de Lanús. Fue un fallo polémico, discutido, al límite del error arbitral: el brazo estaba alta, pero no abierta. Se trató de un gesto típico de quien se cubre la cara ante la llegada de un pelotazo, más que de una maniobra para sacar ventaja. Lo cierto es que tras el gol de Valeri, Racing se vio en desventaja por primera vez en el campeonato. Y la onda expansiva afectó el comportamiento de los jugadores, que de tan enojados se quedaron al borde del ataque de nervios durante el resto del partido.
Iban 18 minutos del primer tiempo cuando Agustín Pelletieri se arrojó hacia adelante con la finalidad de bloquear un remate de Regueiro. Pero la zambullida, en lugar de alejar el peligro, complicó el escenario. El árbitro Germán Delfino vio que la pelota pegaba en el brazo derecho del volante de Simeone y no dudó en pitar el penal a favor de Lanús. Fue un fallo polémico, discutido, al límite del error arbitral: el brazo estaba alta, pero no abierta. Se trató de un gesto típico de quien se cubre la cara ante la llegada de un pelotazo, más que de una maniobra para sacar ventaja. Lo cierto es que tras el gol de Valeri, Racing se vio en desventaja por primera vez en el campeonato. Y la onda expansiva afectó el comportamiento de los jugadores, que de tan enojados se quedaron al borde del ataque de nervios durante el resto del partido.
El gol de Lanús puso de malhumor a Racing. Lo exaltó. Lo invitó a prenderse en el cruce de piernas y de palabras. Toranzo se fue expulsado por un cocazo a Camoranesi. Pelletieri, Hauche, Teo Gutiérrez y Balbi terminaron amonestados. Todo muy caliente. Sí, hasta las manos.
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