domingo, 26 de febrero de 2012

Una nueva decepción

Hauche se lleva la pelota. (TELAM)

Racing arrancó ganando rápidamente, pero Banfield se lo empató. Teo se fue expulsado cuando su equipo tenía un hombre más y López, en el final, terminó poniendo 2-1. El equipo del Coco Basile sigue sin encontrar el rumbo.
Impotencia. No hay otra sensación que quepa en el cuerpo del hincha de Racing. Tres partidos, un punto, un gol, sin victorias, dos derrotas. El equipo del que Coco Basile agarró el timón con la esperanza de explotar lo que otros no pudieron se esfumó en apenas tres fines de semana. Sin juego, sin circulación de pelota, otra vez no pudo aprovechar estar 11 contra 10 y en el minuto final lo pierde, de manera increíble y ese sentimiento se apodera del cuerpo. Frustración. Enojo. Bronca. Incertidumbre.
Con el partido 1-1 aún no estaba claro quién era superior. El local se puso arriba a los tres minutos por un penal de Lucchetti a Hauche (lo cruzó a destiempo) y ocho minutos después, tras el penal (cometido por Cahais, pateado por el Laucha y atajado por Saja), Chávez metió el empate y recién en ese momento comenzó el partido. Aunque se dedicaron a prestarse la pelota y cortar el poco juego con faltas reiteradas sin generar demasiado peligro. Racing, de hecho, desperdició una buena cantidad de tiro libres cerca del área visitante.
A los 33 fue la bisagra. Tras la expulsión de Bustamante (dejó la pierna arriba cuando Teo Gutiérrez se iba), Racing estaba ante la chance de sacar una real ventaja. De aprovechar a su rival con 10 y atacarlo por todos lados. Intentó, pero sin ideas claras. Un cabezazo de Cahais, algunos tiros de Moreno afuera, Pelletieri, Toranzo, Pillud… Pero nada. Se fue al descanso con la idea de liquidarlo en el arranque en el segundo.

Pero esa superioridad nunca se vio. Todo lo contrario, con Racing atacando, Chávez supo aprovechar espacios y solito y solo asustó un par de veces a Saja. Así, el local fue sumando ansiedad y, con eso, torpeza. Comenzó a equivocarse en los pases, a perder claridad y, con las amarillas a los dos colombianos, quedó en evidencia que algo podía pasar. Y pasó. Primero, por la roja absurda a Teo (lo buscaron todo el partido y terminó afuera por un acto infantil) y, en medio de la locura, llegó Hernán Rodrigo López para el baldazo del final, para el golpe de nocaut. No hubo tiempo para nada más, salvo para los lamentos. De un lado, la alegría del Taladro, en medio de los rumores sobre la cabeza de Da Silva, abandonó por fin el último lugar en la tabla, que ocupaba desde el torneo pasado. Del otro, la tristeza de este Racing que arrancó el 2012 con ilusión y ahora busca respuestas. ¿Alguien las tendrá?

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